domingo, 12 de julio de 2015

Mi pequeña inspiración.

A veces cuando siento la necesidad de escribir, me pongo delante de una hoja en blanco, pensando cómo sería la mejor manera de expresar todo lo que llevo dentro, liberar mis sentimientos uno por uno. Y empiezo a imaginar cual es la mejor forma de que echen a volar, pero cuando han transcurrido unos minutos, mi hoja todavía sigue en blanco.

Y pues… terminó analizando que…que a veces sentimos demasiado y demostramos muy poco.

A veces para entender un poco él porque no salen mis palabras, comienzo a comprarlo. Es decir, creó que los sentimientos son como escalar una montaña. Los sentimientos están colgando de aquella cuerda junto con cada una de las palabras que podría decirte. Te digo una por cada peldaño que vas subiendo y al mismo tiempo te la interpreto lo mejor que sé. El problema es que ya no sé cómo interpretar todas las palabras que me gustaría decirte.

Sabes, cuando salgo a la calle, el  primero de los deseos es encontrarte con aquella sonrisa, mirándome, haciendo aquel recorrido entre la gente con aquellos ojos penetrantes. Porque no importa cuántas miradas ahí que saltar para que se encuentren las nuestras.

Una vez que estás ahí, pienso que ese será mi día, que me armare de valor e iré a verte, a hablarte, a contemplar ese aroma tan tuyo. A que cuando me cojas se me erice la piel, como la primera vez.
Pero ahí estoy yo, justo enfrente e inmóvil. Con la única esperanza de que seas tú, algo de lo que ya me puedo ir olvidando. Van transcurriendo las horas, los minutos, los segundos,… Y algo dentro de mí me dice que siga, que no paré, que corra a buscarte, que te abrace, que te preste mi mano para caminar juntos.


Y llegando así al ecuador del día me encuentro enfrente de ti. Tú diciéndome alguna tontería, y yo sonriéndote como una tonta. 



https://youtu.be/mvVyWReS6-Q

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